Las corrientes oceánicas desempeñan un papel crucial en el clima global. Una de las corrientes más conocidas es la Australiana Oriental, que cruzan personajes como Marlin y Dory en la película «Buscando a Nemo» (2003). Estas corrientes son fundamentales en el transporte de nutrientes, la regulación de la temperatura y la conservación de los ecosistemas. Sin embargo, algunas de estas corrientes están cambiando, y su colapso podría tener consecuencias drásticas en el mundo.
En particular, el sistema de la Corriente del Golfo oceánico Atlántico (AMOC) ha generado preocupación debido a investigaciones recientes. Este sistema tiene un impacto crucial en la habitabilidad de Europa, ya que libera una gran cantidad de calor a la atmósfera, manteniendo inviernos relativamente suaves en el norte de Europa. Estudios recientes han señalado que el deshielo de Groenlandia está contribuyendo a la desaceleración de esta corriente, y se prevé que su colapso podría ocurrir para el año 2095.
El debilitamiento de la AMOC podría resultar en inviernos mucho más fríos en Europa, cambios en la disponibilidad de nutrientes y alteración en las migraciones de especies marinas. Además, se ha observado que corrientes como la del este de Australia y la Corriente Circumpolar Antártica también están siendo afectadas por el calentamiento global, lo que podría tener graves consecuencias en los climas y hábitats de las regiones afectadas.
Para evitar el colapso de estas corrientes oceánicas y sus impactos negativos, es fundamental reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La ciencia advierte que el tiempo apremia y que la acción climática es crucial para proteger los sistemas marinos que sustentan la vida en nuestro planeta.