Reorientación del derecho ambiental: un experimento mental
Si hubiésemos entendido entonces lo que sabemos ahora. . . .
En 1965, los científicos enviaron a LBJ un memorándum mencionando los riesgos del cambio climático. Imagínese si la historia hubiera sido un poco diferente. Supongamos que hubiera sido este memorando y un seguimiento. informe, en lugar del ataque de Rachel Carson a los pesticidas, fue lo que desató el movimiento ambientalista. ¿En qué se vería diferente el derecho ambiental y cómo podríamos pensarlo de manera diferente?
En primer lugar, habríamos tenido una comprensión muy diferente del problema de la contaminación del aire. Pensábamos que la clave para reducir la contaminación del aire era exigir mejores dispositivos de control de la contaminación. En cambio, habríamos entendido que la raíz del problema era, en primer lugar, la quema de combustibles fósiles. Los controles de contaminación convencionales se habrían visto como medidas de transición hasta el cambio hacia la energía limpia, por lo que la Ley de Aire Limpio se habría redactado de manera diferente. Habríamos empezado a invertir dinero en la investigación de energías renovables. Habríamos sabido que necesitábamos construir nuevas líneas de transmisión. Y habríamos creado incentivos para las fuentes de energía limpia. Los ambientalistas habrían estado más abiertos a pensar en la energía nuclear sin emisiones de carbono existente.
También habríamos comprendido mucho antes el vínculo entre el derecho energético y el derecho medioambiental. La conservación de energía habría sido vista como una estrategia ambiental clave, y habríamos entendido que la solución real para el control de la contaminación del aire urbano era cambiar la combinación energética lejos de los combustibles fósiles en general y del carbón en particular. No nos habría sorprendido ver que los gobiernos estatales, con su participación directa en la aprobación de nueva generación de energía, asumieran un papel de liderazgo en esta área.
De manera similar, habríamos entendido que el problema no eran sólo los automóviles que producían smog, sino también los diseños urbanos y los sistemas de transporte que producían una sociedad basada en el automóvil.
Otras partes del derecho ambiental también podrían haber tenido un aspecto diferente. Podríamos haber pensado más en la necesidad de preservar los sumideros de carbono como los bosques y el suelo, y nos habríamos centrado un poco más en la conservación del hábitat y un poco menos en salvar especies individuales. Sabiendo que no podríamos evitar por completo niveles más altos de carbono, también nos habríamos dado cuenta de que la idea de proteger la “naturaleza intacta” era un espejismo, y que realmente necesitábamos pensar de manera más amplia sobre la biodiversidad y la dependencia de los ecosistemas.
El punto que intento señalar no es sobre la historia alternativa sino sobre nuestras formas de conceptualizar el derecho ambiental. El derecho ambiental no tiene que ver exclusivamente con el cambio climático, pero el cambio climático es el tema central hoy en día. Comprender esto debería llevarnos a reconceptualizar el campo en su conjunto.