Los cazadores han matado hasta el 40% de los lobos en Estonia este invierno, una medida polémica que ha sido cuestionada en los tribunales. La caza de lobos en el país ha sido justificada por el gobierno como una medida necesaria para proteger a los agricultores y mitigar el impacto social de tener lobos en la región. Sin embargo, organizaciones como Grandes Depredadores de Estonia han impugnado la legalidad de estas cuotas de caza, alegando que se basan en datos poco fiables proporcionados por los propios cazadores.

La situación de los lobos en Estonia también se ha visto en un contexto más amplio, considerando que forman parte de una población báltica que se extiende hasta el norte de Polonia y más allá de la frontera con Rusia. A pesar de la necesidad de controlar la población de lobos, hay diferencias de opinión sobre la forma en que se lleva a cabo esta gestión y si se están teniendo en cuenta adecuadamente los aspectos ecológicos.

Los defensores de los lobos afirman que el daño causado por estos animales en Estonia es insignificante en comparación con otros países de la UE, y que los cazadores suelen atraer a los lobos hacia zonas habitadas al alimentar a otros animales salvajes. Por otro lado, los cazadores argumentan que la caza de lobos contribuye a conservar la especie a largo plazo, evitando situaciones en las que los ataques a ganado puedan aumentar la hostilidad hacia los lobos.

El debate sobre la caza de lobos no es exclusivo de Estonia, ya que en toda Europa se están planteando medidas para reducir el estatus de protección de la especie. Esto ha provocado tensiones entre aquellos que consideran a los lobos como una amenaza para el ganado y a la población local, y los defensores de la conservación de la especie en su hábitat natural.

En resumen, la caza de lobos en Estonia es un tema controvertido que plantea interrogantes sobre la gestión de la población de lobos, el equilibrio entre intereses económicos y ecológicos, y la coexistencia de humanos y lobos en el paisaje europeo.