Los inviernos cálidos obligan a cerrar las estaciones de esquí en Europa: ¿Es la nieve artificial la solución?
Este año, muchas estaciones de esquí en Europa han tenido que cerrar temprano debido a las altas temperaturas que han dejado las montañas sin nieve. Algunas han logrado sobrevivir gracias a la nieve artificial, pero ¿es esta solución rápida realmente una solución a largo plazo?
La producción de nieve artificial solo proporciona una protección temporal contra los efectos del cambio climático, advirtió la Cour des Comptes (Tribunal de Cuentas francés) en un informe lanzado en febrero. A medida que las temperaturas globales se acercan al umbral de calentamiento de 1,5°C, las estaciones ya no podrán depender únicamente de la nieve artificial para sobrevivir.
Para hacer nieve artificial, el agua se enfría cerca del punto de congelación y se bombea al aire a alta presión a través de pequeñas boquillas. Esta fina niebla se congela antes de tocar el suelo, pero su efectividad disminuye con el aumento de las temperaturas.
La fabricación de nieve artificial es un proceso intensivo en carbono que contribuye solo al 2-4% del total de la huella de carbono de un destino de esquí. La mayoría de las emisiones están relacionadas con los viajes hacia y desde el complejo.
La producción de nieve artificial requiere grandes cantidades de agua, aumentando la presión sobre los recursos locales. España y otros países europeos dependen en gran medida de la nieve artificial para sus estaciones de esquí.
Muchas estaciones de esquí están diversificando sus actividades para sobrevivir, ofreciendo no solo esquí, sino también senderismo, deportes acuáticos y turismo cultural durante todo el año. Sin embargo, se deben tomar medidas para restaurar y conservar los ecosistemas afectados por la industria del esquí y garantizar que algunos espacios naturales permanezcan libres de actividad humana.