Los expertos creen que es el primer estudio que investiga cómo las dietas de las personas están asociadas con los niveles de sustancias químicas permanentes en la sangre a lo largo del tiempo.
Lo que comemos y dónde lo comemos podría afectar el nivel de productos químicos permanentes en nuestra sangre, según investigadores de EE.UU.
Más de 700 personas fueron interrogadas sobre su dieta, incluida la frecuencia con la que consumían ciertos alimentos y bebidas, como verduras de color verde oscuro, pan, bebidas deportivas con leche y té. Luego, se analizaron los niveles de PFAS en la sangre.
También se les preguntó a los participantes con qué frecuencia comían alimentos preparados en casa, en un restaurante de comida rápida o en un restaurante que no era de comida rápida. Esta información se utilizó para formular hipótesis sobre la frecuencia con la que los participantes entraban en contacto con los envases de alimentos, que son una fuente común de PFAS.
El estudio encontró que el consumo de grandes cantidades de té, carnes procesadas y alimentos preparados fuera del hogar se asociaba con mayores niveles de PFAS en el cuerpo con el tiempo.
Sin embargo, algunos alimentos solo se asociaron con niveles más altos de PFAS cuando se prepararon fuera del hogar. Por ejemplo, las personas que comieron papas fritas o pizza preparada en restaurantes mostraron niveles elevados de productos químicos permanentes en la sangre.
Los investigadores sugieren que el embalaje de los alimentos preparados fuera del hogar podría ser el problema.
Sospechan que el vínculo entre el té y los altos niveles de PFAS está relacionado con las bolsitas de té tratadas con productos químicos permanentes, aunque se necesita más investigación. Las carnes procesadas son menos sorprendentes con muchas vías posibles de contaminación en su proceso de fabricación.
El equipo cree que es el primer estudio que examina cómo las dietas de las personas están asociadas con los niveles de sustancias químicas permanentes en la sangre a lo largo del tiempo.
Se sabe que los PFAS son perjudiciales para la salud, ya que pueden alterar las hormonas, debilitar los huesos, aumentar el riesgo de algunas enfermedades y estar vinculados al cáncer, defectos de nacimiento, enfermedad renal y otros problemas de salud graves.
Los PFAS son sustancias químicas permanentes, difíciles de eliminar y se sabe que contaminan los alimentos, siendo una amenaza para la salud humana.
El objetivo del estudio es descubrir qué alimentos podrían necesitar más pruebas para controlar de dónde proviene la contaminación.