Los activistas afirman que una combinación de accidentes automovilísticos y diversos desastres ha dejado al Reino Unido con una de las peores calidades de agua de baño en Europa. La situación ha provocado un aumento de la ira debido a los vertidos de aguas residuales sin tratar en ríos y mares británicos.
El problema se hizo evidente durante la famosa regata Oxford-Cambridge en marzo, cuando se advirtió a los remeros sobre la presencia de la bacteria potencialmente peligrosa E. coli en el río Támesis. La combinación de escorrentías agrícolas y vertidos de aguas residuales sitúa al Reino Unido entre los países con peor calidad de agua de baño en Europa.
Los activistas atribuyen el empeoramiento de la contaminación por aguas residuales en el Reino Unido a la privatización de las empresas de agua en 1989. Esto llevó a una falta de reinversión en infraestructura y servicios, ocasionando que las aguas residuales se viertan en ríos y mares.
La privatización generó grandes beneficios para los accionistas y una baja reinversión en infraestructura, lo que ha llevado a un empeoramiento de la calidad del agua. A esto se suma la incapacidad del sistema de tratamiento de aguas residuales para hacer frente a fenómenos climáticos extremos, lo que ha provocado un aumento de los vertidos en ríos y mares.
Las empresas de agua en el Reino Unido se enfrentan a multas e investigaciones regulatorias por problemas de contaminación y fugas de aguas residuales. La falta de invertir en infraestructura está poniendo en riesgo la salud de la población y el medio ambiente.
Los activistas y organizaciones benéficas están presionando para una mayor acción contra la contaminación por aguas residuales en el Reino Unido, ya que cada vez más británicos muestran su preocupación por la mala calidad del agua de baño. La conciencia pública y la presión de los grupos de campaña están siendo clave en la lucha contra la contaminación.