El informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) revela que a pesar de décadas de llamados para detener los flujos financieros hacia sectores que dañan la naturaleza, estas inversiones representan actualmente un enorme 7 por ciento del PIB mundial. La presentación de este informe se produce en el marco de la Conferencia de las Partes (COP28) en la Ciudad de la Expo de Dubai. La conferencia tiene como objetivo abordar el cambio climático y la justicia climática, así como la necesidad de terminar con la dependencia global de los combustibles fósiles.
El informe se centra en los «flujos financieros negativos para la naturaleza» y destaca la urgencia de abordar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo. Revela que estas inversiones eclipsan la cantidad anual invertida en soluciones basadas en la naturaleza.
El informe muestra que 5 mil millones de dólares de estos flujos financieros negativos provienen del sector privado, 140 veces más que las inversiones privadas en soluciones basadas en la naturaleza. Además, casi la mitad de esa cantidad proviene de solo cinco industrias: construcción, servicios eléctricos, bienes raíces, petróleo y gas, y alimentos y tabaco.
Global Canopy, una organización que se centra en los impulsores del mercado que impactan negativamente a la naturaleza, es uno de los socios que contribuye al informe. Destaca la importancia de comprender cómo estas inversiones están impulsando el problema y aboga por un cambio en las operaciones y el comportamiento de las empresas.
La jefa de la División Naturaleza para el Clima del PNUMA, Mirey Atallah, señala que el informe demuestra que la crisis climática aún está superando los esfuerzos para contenerla, y subraya la importancia de direccionar el dinero hacia soluciones positivas para la naturaleza. También destaca que algunas instituciones financieras privadas ya han comenzado a tener en cuenta los efectos climáticos al otorgar préstamos, lo que podría cambiar el rumbo de las inversiones.
En resumen, el informe destaca la necesidad de cambiar el rumbo de las inversiones financieras para abordar los desafíos interconectados del cambio climático, la desertificación y la pérdida de biodiversidad, y aboga por un mayor enfoque en las soluciones basadas en la naturaleza.