La noche siempre se ha considerado un refugio contra los incendios forestales, con la disminución de las temperaturas y el aumento de la humedad haciéndolo más difícil para que se propague un fuego en un bosque. Sin embargo, un estudio publicado en la revista científica ‘Nature’ advierte que ha habido un aumento en la frecuencia y duración de los incendios forestales nocturnos, especialmente en áreas afectadas por sequías extremas. Los suelos secos se convierten en combustible, facilitando la propagación del fuego incluso durante la noche.
La investigación analizó 23,557 incendios en América del Norte entre 2017 y 2020, encontrando que 1,095 de ellos se extendieron durante al menos una noche y fueron especialmente voraces, quemando más de 1,000 hectáreas y extendiéndose durante varias noches consecutivas. Este fenómeno se ha vuelto más frecuente y asociado con incendios graves y mortales en la última década.
Los incendios forestales nocturnos se están volviendo más intensos en Europa, particularmente en regiones de Grecia y Portugal, donde se han observado oleadas de incendios extremos. La sequía extrema es el principal factor de riesgo para estos incendios, propagando el fuego a través de la aridez del suelo, la aridez del aire nocturno y las altas temperaturas.
En general, los estudios alertan sobre la relación entre sequías y incendios forestales, especialmente en un contexto de aridez del suelo cada vez más extrema, condiciones meteorológicas extremas y bosques en mal estado. Estos factores han multiplicado los incendios en el arco mediterráneo y amenazan con seguir aumentando este fenómeno.