En los años 80, los geofísicos encontraron dos grandes masas de material inusual del tamaño de un continente en las profundidades de la Tierra, una debajo de África y otra debajo del Océano Pacífico. Estas manchas, conocidas como grandes provincias de baja velocidad (LLVP), podrían ser restos de un antiguo planeta que chocó con la Tierra, creando así la Luna. Un estudio liderado por investigadores de Caltech sugiere que la mayor parte del objeto impactador se fusionó con la Tierra, formando los LLVP, mientras que los restos residuales se convirtieron en nuestra Luna. Mediante mediciones de ondas sísmicas, los científicos descubrieron estas estructuras densas en el manto terrestre. Según nuevas simulaciones, la energía entregada por el impacto de Theia se enfocó en la mitad superior del manto, dejando el manto inferior más frío de lo que se pensaba, lo que permitió que el material rico en hierro se aglomerara en dos burbujas distintas en lugar de mezclarse por completo. Esto podría tener implicaciones en la evolución de la Tierra, como la tectónica de placas.