El descontento del sector primario en Europa con las directrices de Bruselas ha resaltado recientemente las diferencias de opinión sobre el futuro del campo, entre las metas ecológicas de la UE y las verdaderas necesidades del mundo rural. Esta situación va más allá del aspecto económico.
Las masivas protestas en Francia y Alemania, con bloqueos de carreteras y tractores en París y Berlín, junto con la reciente concentración histórica en Bruselas frente al Parlamento Europeo, se han repetido en Bélgica, Italia, Polonia, Rumanía, Grecia y Portugal. Desde este fin de semana, también se han visto manifestaciones a nivel regional en España.
Los agricultores y ganaderos exigen no solo medidas financieras para compensar los altos costos generados por la guerra de Ucrania, sino también la revisión de las políticas medioambientales impuestas en aplicación de la Agenda 2030, promovida por la Comisión Europea de Úrsula von der Leyen.
Estas medidas, que buscan una actividad más sostenible y respetuosa con el medioambiente, afectan directamente a la Política Agrícola Común (PAC) e incluyen la obligación de reducir los fertilizantes en al menos un 20 % y la de dedicar un mínimo del 4 % de tierra cultivable a «actividades no productivas».
Otro punto de conflicto es el relacionado con las importaciones de terceros países, a los que no se les exigen las mismas condiciones de calidad impuestas a los productos europeos, lo que los hace más competitivos debido a su menor precio.
Las protestas de las últimas semanas han logrado algunas pequeñas victorias para los agricultores, como la suspensión del plan de Francia para reducir en un 50 % el uso de pesticidas de aquí a 2030.
Con este panorama, el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de junio dependerá en gran medida de lo que suceda en los próximos meses. EFE ppm/icn