El Parque Energético La Rábida, ubicado en Huelva, es el lugar donde Cepsa produce biocombustibles de segunda generación (2G) a partir de materias primas residuales como aceites de cocina usados, desechos agrícolas y ganaderos, y biomasa forestal. Este proceso tiene como objetivo reducir las emisiones de CO₂ en el transporte pesado y otros gases de efecto invernadero, al tiempo que promueve la economía circular.
Para el año 2030, se proyecta una capacidad de producción de 2,5 millones de toneladas de biocombustibles al año, incluyendo 800.000 toneladas de combustible de aviación sostenible (SAF), capaz de reducir las emisiones hasta en un 90% en comparación con los combustibles fósiles. Para lograr este objetivo, Cepsa aumentará la producción a partir de 2026 con la puesta en marcha de la mayor planta de biocombustibles 2G del sur de Europa, con una capacidad de producción flexible de 500.000 toneladas anuales de SAF y diésel renovable, en colaboración con Bio-Oils.
Los biocombustibles se distinguen de los combustibles fósiles en que se producen a partir de materia orgánica que previamente ha absorbido carbono. Esto significa que a lo largo de su ciclo de vida, los biocombustibles renovables pueden acercarse a emisiones netas cero.
Actualmente, el sector de la aviación representa el 2% del total de las emisiones globales. Con el fin de garantizar que la fabricación de biocombustibles no compita con la producción de alimentos, la normativa europea incluye una lista específica de materias primas que pueden convertirse en SAF, siendo el HEFA la tecnología más utilizada comercialmente.
Debido a que la aviación no puede electrificarse, los biocombustibles se consideran la única solución actualmente viable para descarbonizar, ya que se estima que si no se frena el ritmo de emisiones en las próximas tres décadas, más de 21 gigatoneladas de CO₂ podrían acabar en la atmósfera.
Para combatir este problema, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo tiene como objetivo lograr cero emisiones netas para 2050. La Unión Europea ya tiene planes para introducir una mayor cantidad de SAF en los aviones a partir del próximo año, con el objetivo de alcanzar un 70% de utilización en 2050.
Finalmente, Cepsa ha comenzado a comercializar SAF en aeropuertos españoles, con el objetivo de ofrecer combustible de aviación sostenible de forma permanente en España. La empresa también ha cerrado alianzas con aerolíneas para impulsar el desarrollo y uso de este biocombustible de segunda generación.