El gas natural, compuesto principalmente de metano junto con otros gases en cantidades pequeñas, plantea la pregunta de cuánto se escapa a la atmósfera. Un estudio realizado por MacKay y Stone analizó estas fugas, pero sus conclusiones fueron cuestionadas.
En primer lugar, subestimaron las emisiones de metano del fracking, basándose en datos de la industria que mostraban bajas emisiones. Sin embargo, estudios más independientes demostraron niveles mucho más altos de fugas, como el análisis del profesor Howarth de la Universidad de Cornell.
En segundo lugar, no tuvieron en cuenta la última estimación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) sobre el potencial de calentamiento global del metano. Esta nueva estimación fue un 44% mayor que la anterior, lo que llevó a una subestimación significativa del impacto climático del fracking en comparación con el carbón.
Un informe presentado al Comité sobre Cambio Climático (CCC) reveló que el impacto climático del fracking supera al del carbón en todas las escalas temporales futuras relevantes. A pesar de estos hallazgos, el gobierno se ha mostrado renuente a publicar el informe de la CCC, lo que ha generado preocupaciones sobre la transparencia en la toma de decisiones.
La industria del fracking está buscando expandirse en el Reino Unido, a pesar de las objeciones de activistas ambientales y científicos. Recientemente, se otorgó permiso para realizar fractura hidráulica en North Yorkshire, pero activistas planean impugnar la decisión basándose en la falta de consideración adecuada de los impactos climáticos. Otros casos similares están en curso, destacando la importancia de tener en cuenta las recomendaciones de la CCC en la política energética.