La caída de árboles como la ocurrida en Madrid, donde un árbol aplastó fatalmente a una joven, no es un incidente aislado, sino que es el resultado de una combinación de factores. Según expertos en arboricultura, entre las causas se encuentran las deficiencias en el cuidado habitual de los jardines. Juan Güemes, director del Jardín Botánico de la Universitat de València, explica que «los árboles están deshidratados y esto está relacionado con el hecho de que los alcorques son demasiado pequeños, lo que dificulta el riego».

Si los árboles no se hidratan y alimentan adecuadamente, se vuelven más frágiles y es más fácil que se rompan durante una tormenta. Además, el suelo pobre contribuye a que tengan un sistema de raíces más pequeño de lo necesario para su tamaño.

A estos factores se suman los errores en la poda, que a veces es excesiva y agresiva. Miguel Ángel Nuevo, portavoz de la Asociación Española de Arboricultura, explica que «si los cortes son muy grandes, los árboles no pueden cicatrizar y se generan problemas de podredumbre».

Es más recomendable podar poco pero frecuentemente, adaptándose a las necesidades específicas de cada árbol, en lugar de hacer una poda excesiva de una sola vez. La podredumbre debilita a los árboles y los hace más propensos a romperse con el viento.

Además de los factores mencionados, las condiciones climáticas actuales también contribuyen a este problema. Mariano Sánchez, jefe de la Unidad de Árboles del Real Jardín Botánico de Madrid, señala que «estamos experimentando una serie de tormentas y vientos huracanados que requerirán un enfoque diferente en la gestión de nuestras zonas verdes».

Los expertos consideran que las ciudades necesitarán ajustar sus sistemas de vigilancia y gestión para adaptarse a esta nueva realidad meteorológica, con tormentas más frecuentes. También será necesario reemplazar las especies más vulnerables a medida que envejecen, así como ajustar los sistemas de vigilancia, concluye Sánchez.